jueves, 16 de mayo de 2013

“¿Debería suicidarme o prepararme una taza de café?”

Al final siempre acudo a ti querido blog. Acudo a ti cuando solo me apetece escribir. En esos momentos en los que solo me apetece plasmar aquello que no me atrevo a decir en alta voz, parece que de este modo es como si escribiera una historia ficticia, ajena a mi vida real. Por desgracia, todo esto es una sucesión de errores, de sentimientos que me han llevado a la locura...y de los cuáles, de ninguno me arrepiento.
Si, me estas leyendo bien, de ninguno de ellos me arrepiento. No me arrepiento para nada de haber puesto en peligro mi vida de múltiples formas e intensidad. No, no me arrepiento. Tampoco me arrepiento de haber perdido la oportunidad de conocer el amor en alguna de sus múltiples formas (y ésta estupidez mas veces de las que me gustaría reconocer). Tampoco me arrepiento de haber dicho la verdad y a su vez de haberla ocultado.
Se acerca el final, aun no sé si lo he conseguido, si llegaré a la meta...no respiraré tranquila hasta ver que lo he conseguido, y no me refiero sólo a superar los estudios...
Todo cambiará, y en cambio yo lo veré todo igual. Todo está distinto, pero por dentro todo sigue podrido.
Debo decir que menos mal que te tengo a ti querido blog, porque sino hubiera perdido yo sola la cabeza y perderla solo tiene gracia si haces literatura de ella.
"-¿Y esas cicatrices? ¿de qué son?
-Son marcas de guerra.
-¿De guerra? ¿contra quién?
-Contra mi misma."

miércoles, 8 de mayo de 2013

¿La verdad nos libera?

No tener secretos, ser sinceros con las personas que quieres...acciones que yo creía correctas, pero en éste punto ya no sé que pensar y mucho menos que hacer. Siempre he preferido una verdad que duele a una mentira que me haga vivir engañada, es algo así como prefiero morir de pie que vivir de rodillas...
Pero el problema no soy yo, es decir, que no es mío hasta que no tome una decisión definitiva al respecto. Es realmente confuso, ya que todo el mundo te vende eso de "el hablar las cosas es bueno" y demás palabrería, pero hace un tiempo que hablar no me "libera" por decirlo así; es más, hace todo lo contrario, me encadena, me destroza...me coarta, me paraliza.
Realmente parece que a nadie le importa los problemas de los demás, que no lo veo mal, pero al menos no finjas preocupación. No finjas escuchar y cambiar las cosas que oyes y no te molestas en escuchar. 
Me sorprende ver con que madurez lo llevo ahora, pero cuando de repente es mucho estrés encima y esos cambios bipolares de humor que ni yo misma se llevar, realmente, en esos momentos, el mundo se me viene encima.
Ya no me preocupa el futuro...bueno más bien, me he creído mi propio personaje y ya no soy capaz de diferenciar la ficción de mi realidad.