Las mañanas de después siempre son una patada a mi ser y a las ganas de existir en este mismo momento de la vida. En esas mañanas la belleza transpira por cada uno de mis poros, la belleza o poco criterio que adquirí la noche anterior. La belleza de una mejor yo, al menos en algún sentido. Pero como soy incompatible con la sociedad acabo vomitando las risas y los "te quiero" gritados a todos para concentrarme así en las agujetas que deja la diversión de creerme una buena bailarina y la reina de cualquier cama.
Creo que ya sé porque es tan feliz y a la vez tan poco real esa ebria felicidad, a duras penas recordamos lo pasado y mucho menos los llantos.Mejor me dejo de tanta filosofía barata y me tomo un ibuprofeno para calmar los nervios de volver a ser yo con mis inhibiciones.
Hace un perfecto día para seguir soñando con que puedo cambiar el mundo, buenos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario