El dolor que no se demuestra es el que más desgarra por dentro el alma.
Es un grito ahogado pidiendo ayuda a la nada.
La nostalgia de tiempos mejores, la resaca de noches felices, las heridas que nunca me hice por accidente
...
todo acallado por la primavera y su calor; estúpidas alergias a una cara triste.
El tiempo no cura las heridas, solo pasa y deja cicatrices. Los días pasan y dan paso al insomnio de una mente soñadora con miedo a dormir y que prefiera permanecer ahí.
Y así,
en repetición,
en repetición.
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