Vuelven a casa las almas perdidas, vuelven sin bragas y con la cabeza gacha recordando que el amor de la noche anterior no fue el suyo.
[...]
Las almas suicidas no contamos las ganas de matarnos en dramas,
sino en balas en la recámara.
Una flor siempre es un adiós.
Una herida un recuerdo.
Y una despedida siempre será un hasta pronto.
Despedirme de ti me tiene ocupado el tiempo y las ganas de volver a enamorarme. Y siempre que logro olvidarte apareces con tu sonrisa tonta de siempre y con más ganas de matarme...o de amarme, ya ni sé que hacíamos cuando estábamos juntos.
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