Cuando decía que mis manos te pertenecían a ti, al parecer no era solo un metáfora.
Me has quitado la razón por la que seguir escribiendo sino es para ti, y es triste porque ésta era la única forma que tenía de soñar, por eso desde que te conozco padezco de insomnio.

Por ello creo que debería despedirme de éste algo que no llego a empezar, y de la única manera que se me ocurre es escribiéndote algo que sé que jamás llegarás a leer.
Como ya te he dicho, yo te estaré esperando en la barra de cualquier bar, con la cerveza que te debo en mano, mientras suena nuestra canción de fondo.
No me cansaré de olvidarte.
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